20 jul 2009

Una luz diminuta surgió de la nada. Einar Turkowsky

El señor Ribblestone vive en una casa rodeada por un laberíntico jardín. Recibe pocas visitas. Lo que le gusta es cuidar de sus plantas y dejarse embriagar por la naturaleza. Un día, descubre un lugar junto a su sitio preferido donde le gustaría plantar una sola flor. Prepara el terreno y cuando vuelve con la semilla, se encuentra con que ya ha brotado una diminuta planta. No consigue identificarla ni con su guía botánica. Pasa el tiempo y no florece, pese a todas las atenciones que Ribblestone le dispensa. Hasta que una noche surge de la nada una diminuta luz.
Voy a separar mi opinión de este libro en dos: ilustraciones y texto.
Las ilustraciones me parecen al mismo nivel que Estaba oscuro y sospechosamente tranquilo, es decir, a un nivel altísimo. De nuevo prescinde del color para crear paisajes surrealistas y llenos de detalles, tras los que se adivina la noche. De nuevo incluye una especie de lista ilustrada, en este caso de los "animales" que solían visitar a la planta. En el dibujo, algunos de ellos: los zanquidermos, el nimemires, el pierniguja y los caracoles de carreras.


Y por otro lado está el texto, que me parece bastante peor que el de Estaba oscuro... Hay un cambio evidente del primero al segundo. Si el texto del primero maravillaba por su sencillez y originalidad, el texto de Una luz diminuta... se vuelve más enrevesado, más artificioso, con unas pretensiones fallidas, sobrecargado de frases subordinadas y adjetivos. Creo que buscando la poesía se ha alejado de ella.
Pese a lo dicho, por las ilustraciones (mucho) y por el texto (menos), merece la pena.

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