Se les pasa el día vagando por las empinadas calles, ingeniándoselas para conseguir aguardiente para su padre o discutiendo sobre si es el mejor barrio del mundo, si una ciudad se puede volver loca o si de mayores serán ladrones.
Por casualidad, entran un día en la biblioteca y Camilo aprovecha para robar un libro, que cambiará por la botella de aguardiente para su padre. Al ver la facilidad y el buen resultado, repite, hasta que la bibliotecaria Mar los descubre... si es que no los había descubierto antes.

En la foto, el barrio de Santo Domingo Savio, con la enorme biblioteca y el metrocable al fondo. Si pincháis en ella y os fijáis bien, podéis ver a los protagonistas correteando. Además, la casa de Camilo es la que está cubierta de barro para que no se vean los ladrillos oscuros robados. Tengo la sensación de haber estado ya allí.
Como curiosidad, resulta que casi hace dos años ya hablé en este blog de los Parques-Biblioteca de Medellín.
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